Tras un año de las OPA, el GEA defiende el enroque

La Oferta Pública de Adquisición (OPA) que el banquero Jaime Gilinski lanzó en noviembre del año pasado por el control de Nutresa abrió un capítulo que aún no termina en la historia del denominado Grupo Empresarial Antioqueño (GEA).

Directamente las compañías paisas que sostienen desde hace más de 40 años un cruce accionario, Nutresa, Sura y Argos, han sido conducidas a un escenario inédito en el que la familia Gilinski, con respaldo de un poderoso socio económico de Emiratos Árabes, intenta desmontar ese enroque y recuperar un banco que fue suyo en los años 90, el Banco de Colombia hoy Grupo Bancolombia.

El camino escogido no ha sido solo el de las ofertas económicas por las acciones de estos tres conglomerados, pues el plan ha pasado por sembrar dudas y generar suspicacias sobre el comportamiento de los directivos de las compañías del GEA, ejercer presión mediante acciones jurídicas e incluso tomar decisiones sin cumplir requerimientos legales, lo que refleja lo hostil que ha sido todo este proceso.

Pese a que ya transcurrió un año de la cruzada emprendida por los Gilinski, la semana anterior no estuvo exenta de ese tipo de acontecimientos. Es así como actualmente en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) está activo el periodo de aceptaciones de una cuarta oferta por acciones de Nutresa, lo que coincidió con la renuncia de cuatro de los siete miembros de la junta directiva de Sura (quienes representaban los intereses del GEA), mientras que los tres restantes quienes representan a Gilinski intentaron aprobar la venta de esas especies.

A lo anterior se suma la petición del Grupo Gilinski para celebrar una asamblea extraordinaria de accionistas de Sura (el 18 de noviembre), para someter a discusión una reforma estatutaria, cosa que ya intentó en una reunión similar.

Igualmente, mañana, Grupo Argos que tiene el 9,95% de las acciones de Nutresa realizará una asamblea extraordinaria para deliberar sobre los potenciales conflictos de interés que tendrían algunos miembros de su junta directiva para decidir la OPA que por la compañía de alimentos lanzó el inversionista árabe IHC.

El viernes, este oferente del golfo Pérsico, deberá definir si da por terminada la OPA o si la extiende. Desde el 3 de noviembre y hasta el viernes pasado, la bolsa ha recibido 487 manifestaciones de interesados en vender sus participaciones.

Estas representan 515.153 acciones que equivalen al 0,11% de las acciones en circulación de la compañía. El interés de IHC es hacerse como mínimo al 25%, y con la tasa de cambio del dólar de $4.806,07, el ofrecimiento de US$15 por especie equivale a $72.091. El viernes, en la bolsa, la acción de Nutresa se cotizó a $52.990 (ver gráficos).

Tres días después, es decir el 21 de noviembre, Nutresa celebrará otra asamblea extraordinaria en la que someterá a consideración una reforma estatutaria, sobre las atribuciones del presidente de la compañía y su asistencia a asambleas o juntas de asociados de las empresas, y dar su voto en ellas. Y al día siguiente, el 22, Sura tiene convocada su asamblea extraordinaria, con el propósito de elegir la junta directiva.

La insistencia

En el contexto de la cuarta OPA por Nutresa el Centro de Pensamiento de la Universidad EIA sostiene que es difícil creer que este sea el último intento de tomar el control del grupo empresarial, lo cual implicaría una profunda y definitiva ruptura en la cultura y tejido empresarial de estas organizaciones, más allá del ámbito local y de los cambios que se derivarían en ventas, fusiones, recortes y decisiones típicas en el mundo financiero especulativo.

En este aspecto la EIA cuestiona algunos aspectos observados durante todo este tiempo que abarcan además de las cuatro OPA por Nutresa, tres ofertas lanzadas por Sura y una sin éxito por Grupo Argos.

Desde el establecimiento académico se plantean los siguientes cuestionamientos: ¿Acaso el Gobierno y las autoridades financieras han sido complacientes, al quedar en evidencia que hay dudas sobre la interpretación y aplicación de ciertas normas, que han favorecido ostensiblemente a los oferentes? ¿Hasta cuándo permitirán más OPA sucesivas por las mismas empresas?

E igualmente se interroga sobre cuáles son los verdaderos vínculos entre los Gilinski y los árabes, y si actúan concertadamente. ¿Tienen un mínimo de claridad la Superintendencia Financiera y las autoridades competentes del daño que ya han causado con la parálisis gerencial y zozobra durante un año a estas empresas por la sucesión de OPA con las respectivas limitaciones a los directivos actuales de esas compañías?

A su turno, otros analistas señalan que el gobierno de Iván Duque tramitó con inusual celeridad las aprobaciones de las primeras OPA por Nutresa y Sura, imposibilitando a los vinculados a ellas que estudiaran con detenimiento las implicaciones de esas operaciones.

Consideran que de conformidad con la normatividad aplicable, el proceso surtido para la legalización de la primera oferta por Nutresa fue irregular. Esto, por cuanto el cuadernillo de la OPA no se publicó de manera simultánea al aviso.

Y fue así como horas después de que Sura reclamara ante la Superfinanciera que este hecho vulneraba el acceso a la información oportuna y suficiente de los interesados, el cuadernillo fue publicado. Este caso constituyó un hito sin precedentes en el mercado de valores colombiano, afirman algunos consultores bursátiles.

Oportunismo

Un aspecto que también se observa es que los Gilinski y sus aliados han tratado de aprovechar una oportunidad de precios bajos en las acciones para maximizar sus ganancias y, adicional a las OPA propiamente, han recurrido a distintos mecanismos para ejercer presión sobre los accionistas, los administradores y las juntas directivas, tales como sembrar dudas y generar suspicacias sobre el comportamiento de los directivos de las compañías del GEA con el fin de capitalizarlo a su favor.

Igualmente han adelantado acciones legales, anunciadas en las asambleas de accionistas, que han forzado a cambios frecuentes de miembros de junta directiva y han llevado a una cuasi parálisis gerencial de esas empresas.

“Y, para ello, han contado con el beneplácito de las autoridades, sin ejercer los debidos cuestionamientos a los adquirientes, pero silenciando a los actuales administradores, a pesar de los métodos utilizados para forzar la venta accionaria que responda a los intereses de los compradores”, se lee en un análisis de la EIA.

En esa línea hay quienes explican que en los últimos años, se ha originado una preocupación generalizada en torno a las adquisiciones oportunistas por parte de compradores extranjeros.

Las OPA lanzadas por Sura, Nutresa y Argos no son inmunes a esta tendencia, especialmente cuando el oferente en cuestión, Gilinski, se encuentra parcialmente financiado por el Royal Group de Abu Dhabi.

En este sentido, los resultados de las ofertas lanzadas en el último año por las sociedades del GEA tienen implicaciones que trascienden el mero estado del negocio de las compañías afectadas.

Estas operaciones tienen un impacto en la forma cómo se protegen activos estratégicos para la economía del país y en que se mantenga la autonomía empresarial del mismo, en particular en los sectores financieros y de alimentación.

Por ejemplo, varios países, entre ellos Francia y España, se han dado cuenta de que, ante los efectos del cambio climático, es fundamental proteger la industria alimentaria nacional para asegurar el bienestar de los ciudadanos.

Así, es necesario amparar y defender los intereses nacionales mientras se impulsa un entorno de inversión estable en aras de generar beneficios colectivos. Este tema ha vuelto a la discusión pública con la OPA lanzada por IHC por acciones de Nutresa.

Obsesión por Bancolombia 

Gonzalo Gómez, docente y consultor empresarial, cree que el camino trazado por los Gilinski ha sido meditado por muchos años y hace parte de una estrategia clara para cumplir con sus intereses.

“Mi intuición es que ellos quieren a Bancolombia, así de simple. Lo que le va a dar la fuerza será el desenroque del GEA, sabe cómo hacerlo y lo va a lograr, porque será imposible que la junta de Argos, por ejemplo, no venda la participación que tiene en Nutresa. De esa manera seguirá desmontando el enroque y andar su camino hacia Bancolombia. Él se va a volver a quedar con el banco”, anticipó.

Pese a la fortaleza y solidez del GEA, Gómez cuestionó que fueran unas compañías muy cerradas, y solo hasta hace poco empezaron a elegir juntas directivas con personas externas (de fuera de Antioquia) e independientes, pero por lo general se nombraron directivos de las mismas compañías y se declaraban externos.

“De alguna manera están pagando las consecuencias de no mostrarse en un mundo cada vez más amplio y con menos concentración del poder. Creo que lo que hace Gilinski es romper de una manera emocional y pensada para volver a su empresa”, comentó el consultor empresarial en diálogo con este diario.

¿Entonces, qué le puede pasar al banco y a las empresas del GEA? A juicio de Gómez “esto traerá más inversionistas, serán compañías más exigentes en su gobierno corporativo y lo que espero es que sean empresas que sigan creciendo, se mantengan como orgullo de la economía antioqueña como lo son”, dijo.

No tanto optimismo

Contrario a lo que prevé Gómez otros observadores señalan que uno de los diferenciales que han emergido en este proceso de OPA es la vocación prioritaria por generar valor sostenible de los Grupos Argos, Sura y Nutresa, aspecto transversal a su cultura empresarial y a su forma de hacer negocios.

“Tienen algo en común: un modelo de gestión que cree impacto social en el entorno. Esto se refleja en los códigos de gobierno corporativo, en políticas de gestión del talento humano y de relacionamiento con grupos de interés, entre otros. Esa vocación social es criticada por quienes limitan sus análisis a asuntos financieros o bursátiles”, anotaron.

Considerando los estándares Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo (ASG) como activo fundamental de las compañías del GEA, dicho por los principales fondos privados globales como BlackRock, resulta llamativo que las políticas ejecutadas por Gilinski en sus organizaciones en temas ASG contrasta con las empresas del GEA.

“El resultado, a la luz de distintos marcos y estándares de medición internacionales, muestra que mientras Sura, Nutresa y Argos presentan logros consistentes en materia de gobierno corporativo, finanzas sostenibles, derechos humanos, diversidad, inclusión, talento humano, ambiente y cambio climático, en organizaciones como GNB Sudameris, Rimax y Yupi compromisos con estos criterios no son evidentes”, resaltan los consultores empresariales.